Cuando la vida se nos gira como un calcetín. (Podcast con transcripción)



Una reflexión a cargo del pastor Ignacio Simal, Església Protestant Betel + Sant Pau, Barcelona




"Cuando la vida se nos gira como un calcetín"

"Ahora escuchad esto, vosotros que decís: <<Hoy y mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero>>. ¡Y eso que ni siquiera sabéis qué sucederá mañana!” (Stgo. 4:13-14)

En un rápido pestañeo la vida se te gira radicalmente, y te quedas embobado, sin saber siquiera qué es lo que ha sucedido. Lo que creíamos seguro se desvanece ante nuestros sorprendidos ojos. Lo impensable, sucede, ¡confinados hasta nuevo aviso!

Y estar confinado no es lo peor. Lo triste, la experiencia realmente oscura, es tener un familiar o un amigo, –de esos que calificamos como “amigo del alma”–, ingresado en la habitación de un hospital, o en una UCI, sabiendo que puede ocurrir un desenlace fatal, y no poder estar con él, mirarle a los ojos y decirle que le quieres, abrazarlo y darle un suave beso en su frente. Eso, que les está ocurriendo a muchas personas, sin duda, es peor que el confinamiento que sufrimos.

Ayer hacíamos planes. Hoy todos se han ido por la letrina, sin que nosotros hayamos tirado de la cadena. ¡Qué gran verdad! Verdad de Perogrullo, pero que obviamos cuando todo nos va bien o, si me apuráis, marcha regular. Hoy, nuestro único plan es salir indemnes de esta desgraciada pandemia. ¡Qué cosas!

Como creyentes nos conviene creer en Dios, no como un recurso para los tiempos tormentosos, sino creer en Jesús, Salvador y Señor, como centro, fundamento y norte de nuestra existencia; tanto cuando la vida nos va bien, como cuando nos va mal. Pero nuestra necedad se hace tan evidente, como manifiestamente evidente se hizo en el caso del “rico insensato” de la parábola evangélica (Lc. 12:16-21). También tenía él un plan; un plan que creía poder garantizarle la vida, y así decirse a sí mismo, “descansa, come, bebe y goza de la vida”. Sin embargo, Jesús de Nazaret, concluye la parábola diciendo que Dios le dijo, “¡necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida”, y tus planes tan bien pensados ¿adónde irán a parar…?

Nada es seguro en esta vida, absolutamente nada. Todo es finito. No todo dura para siempre. La vida inevitablemente va pasando, y con ella, las cosas y las personas que imaginábamos que siempre iban a estar ahí. Y lo que pensábamos que nunca nos ocurriría, acontece delante de nuestros ojos. ¿Qué hacer? Ya alguien lo dijo claramente hace un puñado de siglos, y quisiera recordaros, y recordadme, sus palabras:

“Toda persona “que escucha mis palabras y obra en consecuencia, puede compararse a una persona sensata que construyó su casa sobre un cimiento de roca viva.  Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa; pero no cayó, porque estaba construida sobre un cimiento de roca viva.” (Mt. 7:24-25)

Hermanos, hermanas, ¡confiemos en Dios! ¡Tengámoslo en cuenta! Y no lo hagamos por temporadas, sino constantemente, en todo momento. No en vano hemos creído en él y confesamos que Jesús, nuestro Señor, es el fundamento de nuestra existencia. En ello, creedme, se encuentra el meollo de la cuestión, y no en alguna otra parte. ¡Dios nos ayude a entenderlo!

Ignacio Simal, 4 de abril de 2020

Comentarios

Entradas populares